El poder (y el negocio) de la nostalgia
Volver al pasado, la nueva obsesión de Hollywood para el público millennial. ¿Es todo blanco y negro entre el desperdicio y los aciertos?
Más de una vez, en la corta existencia de este newsletter, califiqué el hábito de mirar películas y series como -entre otras cosas- una vía de escape de la realidad. Por algunas horas permite olvidarse de que un autodenominado “topo” quiere destruir el Estado desde adentro o que la Policía tiene vía libre para detener de forma arbitraria a una treintena de personas por manifestarse libremente en la calle, para mencionar sólo dos ejemplos recientes y locales de lo difícil que puede ser habitar este mundo.
En otras latitudes del planeta la cosa tampoco es sencilla: inequidades que se agudizan, falta de perspectiva, discursos de odio, guerras, crisis. No faltan razones para querer hacerse un bollito y eludir la angustia. Ahí aparece la famosa “fábrica de sueños”, una alternativa mucho menos dañina, estafadora e individualista para ese cometido que meterse en el tapping o en las apuestas online.
Pero si bien no hay por qué sentir culpa por consumir esos placebos en pantalla que cualquiera necesita para esparcirse y entretenerse, tampoco hay que olvidar que esa “fábrica” es, claro, un negocio, que necesita conocer a su público, sus necesidades, y generar ganancias. Y si hubo un hecho contemporáneo que intentó explotar para maximizarse, fue sin dudas el de la pandemia de Covid-19.
Con el encierro y la incertidumbre por el presente y futuro a flor de piel, el estrés reinaba en todos lados y el imposible anhelo por volver a un pasado no tan complejo y hostil se multiplicó. La nostalgia fortaleció su carácter de combustible para Hollywood, e intensificó una tendencia que ya venía formándose años antes, la de las remakes, reboots (o reinicios) y secuelas de títulos entrañables entre los millennials. Porque los mirábamos en la tele después de la escuela, los alquilábamos en el videoclub o por el hecho de reunir todas esas historias de fantasía, terror, aventura y comedia que estimularon nuestra imaginación y se volvieron parte de un código común, empezaron a aparecer incontables “regresos” a esos símbolos de los 80 y los 90.
Por supuesto que las nuevas versiones no son nada nuevo en la historia del cine, pasando por Scarface hasta Juego de gemelas y La gran estafa, pero los estudios vieron luz en medio del caos y entraron con tutti. La oleada adquirió dimensiones difíciles de ignorar y, para no perder la costumbre, ofreció -y ofrece- productos malos, flojos, mirables y buenos; mientras divide las aguas entre quienes bancan la vuelta a esas épocas de inocencia infanto-juvenil para darles una vuelta de tuerca actualizada y quienes se hartaron muy rápido y señalan la creciente falta de originalidad en los estrenos. Tienen un punto: es más fácil recurrir a la propiedad intelectual ya existente, tentar al público fiel y arriesgar menos presupuesto, a costa de reciclar una y otra vez lo conocido y aburrir a una audiencia que siempre está en busca de algo para ver, sobre todo cuando las salas estaban cerradas y las plataformas se relamían por las suscripciones.
A la cabeza siempre estuvo Disney, que arrancó allá por el 2010 con Alicia en el país de las maravillas y justo en la previa de la pandemia metió quinta: desde entonces empezó a rehacer casi todos sus clásicos en formato de acción real (con intérpretes de carne y hueso) o con animación fotorrealista y ya tiene en preparación Blancanieves, Lilo y Stitch, Hércules, Bambi y hasta Los Aristogatos. Pero con el tiempo, la marca de Mickey se convirtió en una parte de un poblado mapa que ya abarca desde las nuevas Jurassic World, la trágica Space Jam: Una nueva era, Los Ángeles de Charlie, Scream 5 y 6, la continuación de Un príncipe en Nueva York, Jumanji y hasta la versión musical de Chicas pesadas que nadie pidió nunca.
El rubro series no se iba a quedar afuera, y junto al especial de Friends que salió en 2021, también renacieron las chicas de Sex and the City con And Just Like That y aparecieron That 90’s Show, Merlina, Gilmore Girls, Bel-Air (siguiendo los pasos de Will Smith como el príncipe del rap), la secuela de Full House y dos éxitos como Cobra Kai, con el retorno de Daniel-San y Johnny Lawrence, y X-Men 97.
Las listas son mucho más extensas, tanto como para difuminar los límites de las décadas en las que se busca material para rescatar y como para perder el hilo cuando, en el medio, algunos despistados mezclan equivocadamente en la olla inmensas franquicias y consideran que las últimas entregas de Star Wars o el final de la carrera de Indiana Jones forman parte integral de esta manía por conquistar a través de la memoria emotiva. Tampoco tanto, che.
Por eso, entre tantas opciones forzadas, otras moderadamente aceptables y unas cuantas que andá-a-saber-a-quién-se-le-ocurrió, acá van cuatro películas que nos invitaron a mirar hacia atrás con mucha dignidad:
✈️ Top Gun: Maverick
Tom Cruise le salvó la vida a los cines en la pospandemia al darle una segunda vida a este clásico de acción que no intenta aparentar más de lo que es: una historia simple con muchos aviones y una misión llena de adrenalina. La encuentran en Netflix.
👻 Ghostbusters: Afterlife
Aunque no esté protagonizada por el queridísimo cuarteto que todos conocimos en sus dos entregas de los 80, recupera el espíritu humorístico de los Cazafantasmas con unos cuantos y bellos guiños a las originales. En Amazon Prime Video.
🤡 IT
El compatriota Andy Muschietti readaptó la historia de terror sobrenatural de Stephen King que ya había sido filmada en formato miniserie/película de TV en 1990. Buen elenco, buenos efectos, sustos efectivos. Las dos partes, en Max.
💊 Matrix: Resurrections
La cuarta película de la saga probablemente no era necesaria pero tampoco defrauda: vuelven Neo y Trinity y el arsenal de efectos especiales, y consigue darle un giro a su universo sin caer en desgracia. Acá, mi reseña en Tiempo Argentino. La ven en Max.
¿Hace falta aclarar que el fin de esta tendencia no está ni cerca de terminar? Pronto llegan al cine las secuelas de Twister y Beetlejuice, mientras en Argentina se espera la película de Los Simuladores para este año. A futuro vendrán la precuela de Legalmente rubia en formato chico, más de Karate Kid y una nueva de La pistola desnuda. Hay saudade para rato.
📌 En agenda
La cuarta temporada de la genial -y bien sangrienta- The Boys desembarcó en Amazon Prime Video con sus primeros tres episodios. Si en la entrega anterior hablaba de Watchmen como uno de los modelos a la hora de desmontar y repensar el género de superhéroes, esta es otra gran muestra de ese ejercicio que además hace una muy precisa crítica de la actualidad.
Pixar volvió con la secuela de Intensa-Mente, esta vez con su protagonista ya iniciada en el camino de la adolescencia y, por ende, con la aparición de nuevas emociones. Tierna, simpática y sensible, como suele acostumbrar esa casa de animación. Y en sólo dos días, ya se volvió la más taquillera en las salas locales. Una buena excusa para ir al cine.
Ya está en el catálogo de Netflix la renombradísima Cuando acecha la maldad, producción de terror sobrenatural argentina dirigida por Demián Rugna que ganó el premio a Mejor película en el festival catalán de Sitges y que, con el tiempo, fue cobrando valor entre el público nacional. Si no pudiste verla hasta ahora, es el momento.
Después de mucha anticipación entre los fans de lo fantástico, se viene la segunda temporada de House of the Dragon, la precuela de la megaexitosa (a pesar de su decepcionante despedida) Game of Thrones centrada en las disputas de los infames Targaryen durante su apogeo en el poder. Incesto, política, muerte y criaturas voladoras. Arranca este domingo en Max.
Espectacular este news, como siempre
❤️👏👏👏 aguante este "blog" (a tono con la nostalgia)